VIA CRUCIS DE LA PASIÓN DE CRISTO Y LA PASIÓN NACIONAL


PRIMERA ESTACION:
JESUS CONDENADO A MUERTE
                                              
Te adoramos Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

                        Está el injusto juez sentado en el tribunal, y a sus pies el Hijo de Dios, juez de vivos y muertos, con las manos atadas como un delincuente, oyendo la más injusta sentencia.
                        Jesús frente a Pilatos. Hay una guerra a muerte entre el mundo, representado por Pilatos, y Cristo.
                        Hay que escoger bandera y partido. O con el mundo, que se divierte condenando a Cristo, o con Cristo que, por amar, es condenado a muerte. Sé en que partido estuve hasta el día de hoy. Me duele. ¿Dónde voy a estar desde mañana?...
                        Nuestra Patria, la Argentina, Don de Dios, amor querido por Dios, también sufre hoy innumerables injusticias. También hay aquí tantos Pilatos que prefieren lavarse las manos para no perder su comodidad. Tantos héroes condenados a la indiferencia y el silencio.

                        OREMOS: ¡Señor! ¡Dime que no soy del mundo; enséñame que no es posible servir a dos señores...!
                        Oh Jesús que tu muerte me libre de la muerte eterna merecida por mis pecados. Que tu muerte libre también a nuestra Patria.

            Padrenuestro, Ave María y Gloria.



SEGUNDA ESTACION:

JESUS CON LA CRUZ A CUESTAS

Te adoramos Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

                        Recibe El, con amor, el madero donde van mis pecados y miserias todas. Las que cometí y no pagué porque las pagó El. Fueron sobre sus hombros. Por eso fui su verdugo y no su discípulo.
                        Ahora quiero aprender de El y marchar tras Él con la cruz mía. Prometo hacer penitencia para pagar mis deudas, para devolver amor.
                        También hoy la Patria carga con el pecado de sus hijos, carga con la cruz para reparar los pecados de quienes nos decimos "libres" pero vivimos esclavizados a las consecuencias de nuestra desordenada libertad, a la televisión, a la pornografía, al consumismo, la propaganda.

                        OREMOS: ¡¡Señor!! ¡Porque quiero ser tu discípulo, quiero negarme y llevar mi cruz!...
                        Señor, haz de mí un mártir. Sé que el martirio no se improvisa, sino que es la culminación de una vida crucificada. Moriré pues a todo lo que no sea lo más perfecto, y llevaré con fervor la cruz de mi militancia católica, de mi lucha por la santidad.
                       
            Padrenuestro, Ave María y Gloria.



TERCERA ESTACIÓN:

JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ        
                                  
Te adoramos Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

                        Y cayó porque le pesaba mi carga...Y cayó para que yo no me desanime en mis caídas.
                        Si me pesa la vida, si caigo debo acordarme de lo que le pesaba a El mi cruz. Llevaba sobre sus hombros mis pecados, mis incapacidades, mis fallos, mis impotencias... Todo lo mío. El lleva mi vida y mis obras, hechas cruz sobre sus hombros.
                        También nuestra Patria Argentina ha tenido muchas caídas, muchos momentos de desesperación...Cayó en 1806 cuando el inglés, enemigo y protestante, sometió por un momento a la Patria. Pero se levantó, se levantó para defender la Fe, la tierra y la tradición.

                        OREMOS: Nosotros, Señor, queremos ser de los que no se arredran ante las amenazas pues hemos hecho de ante mano la ofrenda de nuestra vida. Ayúdanos, para serte fieles hasta el fin, a despegarnos de tantos afectos desordenados y a levantarnos de la tibieza al fervor de la santidad.

            Padrenuestro, Ave María y Gloria.


CUARTA ESTACION:

JESUS ENCUENTRA A SU MADRE.

Te adoramos Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

                        Siete espadas atraviesan el corazón de Ella... Se las clavo yo, que llevo así a Jesús por las calles de Jerusalén. Yo la hice llorar a Ella. ¡Qué bien se cargar maderos en las fuertes espaldas del Señor! ¡Qué bien se clavar espadas en el corazón de la Madre!.
La Virgen dolorosa acompaña a su Divino Hijo en el camino de la cruz. De manera semejante acompaña a sus hijos, miembros del cuerpo que engendró en Jesús. Los héroes de la Patria, los que han perdido la vida terrena, por amor a Dios y a la Patria, y así han ganado la vida de la gloria, tenían a María a su lado, medianera por cuyo intermedio recibieron la gracia del martirio. Allí donde hay un soldado de Cristo. Allí está la Reina del Buen Combate, alentándolo con su mirada materna.

                        OREMOS: Oh Madre mía, que tu mirada me aliente en los momentos de prueba. Ayúdame para que allí donde mis pecados fueron causa de tu dolor, plante nuevas y firmes virtudes que sirvan de consuelo a tu Inmaculado Corazón. Que la Patria puesta bajo tu protección, y que tus colores viste, sepa en los momentos críticos buscar tu mirada, pedir tu auxilio.

            Padrenuestro, Ave María y Gloria.


QUINTA ESTACIÓN:

EL CIRENEO AYUDA A LLEVAR LA CRUZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

                        Egoísta como el de Cirene, contemplo a Jesús con su carga. A aquel hombre le obligaron los soldados a salir de su indiferencia y tomar la cruz. Es que muchos admiran sus milagros y su doctrina pero pocos gustan padecer con Cristo.
                        La Patria condenada, entregada, que también carga con la cruz, necesita cireneos que la ayuden a llevarla, que padezcan con ella para que no caiga agobiada irremediablemente bajo el peso de la cruz, y pueda seguir siendo fiel a sí misma, fiel a la Fe y a los Principios, siga siendo Católica y Mariana, misionera y Fiel a Cristo Rey.

                        OREMOS: Que el amor, la contricción, me obliguen a mí a salir de mi abulia y cobardía, para pedirle al Señor que me deje tomar parte de su Cruz. Porque en ella está la salud y la vida; porque la necesito; porque me la merezco, porque quiero llevar con Cristo la paga de mi vida. Que sea yo voluntario cireneo que ayude a la Patria a llevar su cruz.

            Padrenuestro, Ave María y Gloria.


SEXTA ESTACIÓN:

LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS

Te adoramos Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

                        ¡Qué valor el de esa piadosa mujer! Ve aquel rostro divino cubierto de polvo, afeado con saliva, denegrido con sangre; y movida a compasión, se quita la toca, atropella por todo y acercándose al Salvador, le seca el rostro desfigurado.
                        ¡Cómo confunde esta mujer fuerte la cobardía de tantos cristianos, que por vano temor del qué dirán, no se atreven a obrar bien! Dichosa Verónica, y ¡cómo premia el Señor tu valentía, dejando su rostro santísimo estampado en tu toca!
                        El  Rostro insultado de la Patria, afeado con injusticias, manchado de corrupción, cubierto de infidelidades, espera valientes que sean capaces de limpiarlo  para que sea imagen de la Patria Celestial.

                        OREMOS: Oh Señor, haz que te ame como la Verónica, y así tendré el fervor que la llevó hasta Ti para consolarte en tu Pasión, la fortaleza para confesar tu Realeza, cueste lo que cueste, con la palabra y con las obras, y el coraje para limpiar el rostro de la Patria para que en él se vea que Cristo es Rey.

            Padrenuestro, Ave María y Gloria.

  

SÉPTIMA ESTACIÓN:

JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

            Cae el Señor por segunda vez bajo la cruz, nuevas injurias y golpes, nueva crueldad por parte de los judíos; nuevos dolores y tormentos, nuevos rasgos de amor por parte de Jesús. Parece que el infierno desahoga contra Él todo su furor. Pero ¿qué hará el Señor? ¿Dejará la empresa comenzada? ¿Hará como nosotros, que a una ligera contradicción abandonamos el camino de la virtud? No, vuelve a levantarse para continuar la obra de nuestra salvación.
                        La Patria cayó nuevamente en 1833, cuando el inglés usurpa aquél trozo de la Patria, nuestras Islas Malvinas. Pero siguiendo el ejemplo de Cristo volvió a levantarse, se levantó afirmándose en 1845 sobre los héroes de Obligado, se levantó en 1982 recuperando las Islas con el sacrificio de los héroes.                      OREMOS: Señor haz que imite tu heroica constancia. Si solamente es coronado aquel que combatiendo legítimamente persevere hasta el fin ¿de qué me servirá abrazar la virtud y llevar la cruz solamente algunos días? Cueste, pues, lo que cueste, quiero con tu divina gracia, amarte y servirte hasta morir.

            Padrenuestro, Ave María y Gloria.



OCTAVA ESTACIÓN:

JESÚS Y LAS MUJERES DE JERUSALÉN

Te adoramos Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

                        Reprende el  Señor aquellas lágrimas. Prefiere una compasión más viril, la que florece en contricción y penitencia. La que quiere de mí. Es fácil la piedad sensible, rehuímos la piedad sacrificada, la que hace de la mortificación y del seguimiento de Cristo una profesión heroica... ¡Cuántos lloran al paso de Jesús, y qué pocos lo siguen!...
                        La Patria también nos pide un amor más viril, que lloremos más por nuestros pecados y reparemos los pecados sociales que se cometen en nuestra tierra, que también son causa del sufrimiento de Cristo. Una piedad más viril, no lágrimas sino esfuerzos. Jesús nos advierte, que lloremos más por nuestros pecados, y reparemos los que se cometen entre nosotros, que son causa de aquel dolor.

                        OREMOS: Señor, haz de mí un soldado de tu ejército, dispuesto a reaccionar primero contra mis pecados y negligencias, con la oración y la mortificación, para después enfrentar a los enemigos de las almas.

            Padrenuestro, Ave María y Gloria.



NOVENA ESTACION:

JESUS CAE POR TERCERA VEZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

                        Una vez más cae por tierra, y una vez más surge y asciende para darme el Señor la lección heroica de perseverancia. Porque el cansancio en el camino de Cristo, es de todos y es de siempre; es mi enfermedad, mi vida; me canso de seguirlo, me canso de la virtud, me canso, me aburro...Cristo cae y se levanta hasta el fin. Así, Señor, hasta el fin de mi vida, por duro que sea el camino, por largo que sea, siempre levantándome, siempre...
                        Y también la Patria cayó nuevamente con la derrota en 1982. Cayó con la derrota bélica pero más tristemente con la derrota moral, con la derrota de las voluntades. Cayó y en esa caída muchos argentinos han desertado de los principios, han abjurado de la fe, han traicionado a los héroes.

                        OREMOS: Por esta tan dolorosa caída, Señor, dame fuerza, te lo suplico, para que me levante, por fin, de mi vida de pecado, y camine firme y constante en tu servicio. Jesús ayúdanos para que con nuestro esfuerzo consigamos que la Patria se levante de esta tercera caída que aún la tiene por tierra. Que se levante y te siga.

            Padrenuestro, Ave María y Gloria.


  
DECIMA ESTACION:

JESUS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

Te adoramos Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

                        ¡Qué dolor habrá sentido tu corazón, oh castísimo e inocentísimo Jesús, cuando fuiste impíamente desnudado delante de la multitud! ¿Y en qué pensabas, purísimo Jesús, al verte desnudo delante de tanta muchedumbre? "En tí pensaba, pecador; en los pecados impuros que cometes; por ellos ofrecía Yo al Eterno Padre esta confusión y suplicio tan atroz. Sabía cuánto te costaría deshacerte de aquel mal hábito, privarte de aquel placer, romper con aquella amistad peligrosa; por eso permití en mi cuerpo inocentísimo tan horrible escarnio".
                        Ese dolor del corazón de Jesús, al verse desnudo ante la muchedumbre, ha de servir para purificación de la lujuria y la impureza. Cristo sigue siendo desnudado cuando en los medios de comunicación se profana el cuerpo de la mujer, del hombre o el acto sagrado de transmitir la vida.

                        OREMOS: Perdona, Señor, mis faltas contra la pureza. Perdóname el haber aumentado tus dolores al dejarme arrastrar por el vicio y la pasión. Quiero empezar de nuevo, a ejemplo de San Agustín, reparando y fortificando mi alma con sólidas virtudes.

            Padrenuestro, Ave María y Gloria.


UNDECIMA ESTACION:

JESUS ES CRUCIFICADO

Te adoramos Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

                        Cae el martillo; traspasan los clavos la carne de Dios, mis pecados golpean; mis pecados de carne se ceban en la carne divina; mis lascivias hacen llagas en el casto cuerpo de Jesús. Y quedan sus manos abiertas y sus pies clavados. Buena parte de su pueblo escogido respondió a su bondad clavando sus manos en un pedazo de madera, nuestra Santa Cruz.
                        Hoy se renueva tu sacrificio en esta Patria crucificada e impedida en el cumplimiento de su misión de verdad y de caridad, donde corrientes deletéreas bastardean las virtudes teologales, halagan las pasiones y fomentan la vanidad, en nombre de una presunta adaptación al mundo moderno.

                        OREMOS: Señor, tus profetas, tus apóstoles y tus vicarios nos exhortan a combatir por la santidad, contra nuestros pecados y malas inclinaciones, contra el espíritu mundano y contra los agentes del demonio. Dame la gracia de luchar como tus santos y de morir como tus mártires.

            Padrenuestro, Ave María y Gloria.


DUODECIMA ESTACION:

JESUS MUERE EN LA CRUZ
Te adoramos Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

                        Y habiendo dado una gran voz, inclinó la cabeza y expiró. En las manos de su Padre había puesto su espíritu y en las de los hombres, su perdón, su Sangre y su Madre.
                        Después de tres horas de agonía, mueres, Señor, en la cruz, para completar la salvación del mundo. Das tu Sangre porque quieres, y mueres pidiendo perdón para aquéllos que te matan. Así nos demuestras la medida sin medida de tu amor.
                        Tu Sacrificio se renueva diariamente en la Santa Misa donde te haces presente verdadera, real y sustancialmente en la Sagrada Eucaristía.
                        Y tu sacrificio se renueva también en la Patria, en aquello hijos mejores, los escogidos por Tí, los que ofrendaron la vida concientes de que no hay redención sin muerte, no hay gloria sin cruz. Giachino, Estévez, Cisneros, oficiales, suboficiales y soldados que se entregaron por Dios y por la Patria, confesándote con la vida y aceptando la muerte como homenaje fecundo a tu Sagrada Realeza.

                        OREMOS: Te ofrezco mi vida, Señor, que es tuya. Ayúdame a morir ya desde ahora a todo lo que no te agrade, y vive Tú en mí, haciéndome tu custodia, tu altar de sacrificio.

            Padrenuestro, Ave María y Gloria.



DECIMOTERCERA ESTACION:

JESUS EN BRAZOS DE SU MADRE

Te adoramos Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Después de habernos dado hasta la última gota de tu Sangre, tu Cuerpo es desclavado y depositado en los brazos de tu afligida Madre. ¡Qué dolor para Ella! ¡Cómo acariciaría tu cadáver y al verlo recordaría tu infancia, tu juventud! La Cruz queda vacía, como esperándome para que yo complete en mi carne tu sufrimiento redentor.
                        Sobre el seno de María queda el cadáver de Jesús. Ella en silencio, contempla y llora... Es mi obra, ¡Señora, yo lo hice; yo maté a Tu Hijo con mis crueldades y tibiezas, con mis injusticias y cobardías, con mis impiedades; yo fui, Señora!... Tú me lo diste hecho vida, y yo te lo devuelvo muerto...Es mi obra...Ella en silencio contempla y llora.
                        En los brazos de María también está la Patria Argentina, predestinada por haber nacido y haber dado sus primeros pasos de la mano de María. También está en sus manos la Causa de Malvinas, que en 1982 llevó el nombre del Rosario en su honor y esperando su intercesión.

                        OREMOS: Perdóname, Madre mía, pues yo soy la causa de tu dolor. Mis pecados y mi respeto humano han crucificado a tu Hijo, y lo han dejado exánime, al mismo tiempo que han aumentado el dolor de mis hermanos. Ayúdame a reparar. Salva a la Patria, no la bajes de tus brazos. Jesús acaba de traspasar en mí los derechos que tenía a tu amor, tú eres mi Madre y yo soy tu hijo. Me arrojo pues en tus brazos, con la más viva confianza. No me desprecies, suave refugio de pecadores arrepentidos; mírame con ojos de bondad, ampárame ahora y en el trance de la muerte.

            Padrenuestro, Ave María y Gloria.


DECIMOCUARTA ESTACION:

JESUS ES PUESTO EN LA SEPULTURA

Te adoramos Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

                        ¡Oh sepulcro afortunado! Ya que encierras el adorado cuerpo del Hijo y el purísimo corazón de la Madre, guarda también con esas prendas riquísimas mi pobre corazón. Sea éste, Dios mío, el sepulcro donde descanses; sean los puros afectos de mi alma los lienzos que te envuelvan y los aromas que te recreen. En fin, muera yo al mundo, a sus pompas y vanidades, para que viviendo según el espíritu de Jesús, resucite y triunfe glorioso con El por siempre infinitos.
                        El sepulcro del Señor es urna de esperanza. Es silencio prometedor de victorias. Es ansia de resurrección...
                        Así como el Sábado Santo es para los cristianos un gozo lejano, un gran dolor cercano y una esperanza clara de Resurrección, análogamente para nosotros, católicos nacionalistas, el 2 de abril es el Sábado Santo de la Patria, porque ese día la Nación amortajada y sepultada tuvo serios motivos para creer en la Resurrección. Por eso para nosotros conmemorar la Gesta implica y simboliza la esperanza que tenemos en que un día la Patria habrá de levantarse y volverá al camino de verdadera grandeza que soñaron sus padres y sus héroes.

                        OREMOS: ¡Oh Jesús!, anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección, ¡Ven, Señor Jesús!. Despunte la Aurora de tu Día, ¡Ven, Señor Jesús!.

            Padrenuestro, Ave María y Gloria.



ORACION FINAL

                        La espera no fue en vano, ni la esperanza fallida. Cristo Jesús resucitó glorioso y triunfante, para nunca más morir. Porque se hizo obediente hasta la muerte de Cruz, por eso el Padre lo glorificó. Y como lo glorificó a El, nos glorificará a nosotros. Sepultados con El en la muerte, resucitaremos con El a la Vida Nueva. Y el dolor, la injusticia, la persecución y la muerte adquieren un nuevo sentido y una nueva dimensión. Ya el nuevo día amaneció. Se comienza a divisar el cielo nuevo y la tierra nueva. ¡El Señor Jesús viene a nosotros!

                        Tenemos esperanzas en la restauración de la Patria en Cristo. Porque Cristo ha vencido la muerte, la Patria resucitará y volverá al Padre. Resucitará y, tal como Dios la fundó, será un camino hacia la Patria Celestial y una imagen de la Patria Eterna. Te lo pedimos a Tí que con el Padre y el Espíritu Santo, vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario