Caído por Dios y por la Patria

COMISARIO GENERAL ALBERTO VILLAR
Caído por Dios y por la Patria

                           “He combatido el buen combate, he concluido mi carrera, he guardado la fe. Sólo me resta esperar la merecida corona con que el Señor, Justo Juez, me premiará”.
2 Tim. 4, 7



El 1° de noviembre de 1974  -tan solo cinco días después de la muerte del Maestro Jordán Bruno Genta-  se llevaban a cabo los sanguinarios asesinatos del Jefe de la Policía Federal Argentina, Comisario General Don Alberto Villar y de su esposa, Elsa Marina Pérez.
Cabe preguntarse por las causas de su muerte. Las mismas por las cuales asesinaron a Genta; y al mes siguiente asesinarán a Carlos Alberto Sacheri. No interesa tanto saber si fue tal o cual grupo guerrillero. Lo que sí interesa saber es el por qué de esas muertes alevosas y crudelísimas. La Argentina de 1974 era objeto de una guerra revolucionaria que había ingresado en su etapa decisiva. La subversión marxista comenzaba a apuntar a blancos selectivos. En este contexto es donde la muerte del Comisario General Villar adquiere su significación real. Amaba a Dios y a esta tierra argentina. Lo mataron porque como buen Cruzado, se encontraba decidido a combatir a muerte a los enemigos de Dios y de la Patria, a aquellos agentes del desorden y del caos; del materialismo ateo y anárquico: “A la violencia de unos pocos, dirá, seguiremos oponiendo la templanza de la justicia y la inexorable firmeza de la ley. Porque el destino de todo policía ha sido y será el lema que corona nuestra Escuela de Cadetes ‘Cnl. Ramón L. Falcón: ‘Entrar para aprender, salir para servir’ ”.
Sirvió al Orden Natural. Y lo sirvió con sacrificio, pues anhelaba la justicia y la libertad. Por esto combatió y murió. Son sus palabras: “No hay tarea  fácil cuando los fines buscados son trascendentes”.
Había que “Cumplir. Cumplir con Dios. Cumplir con nuestro país y nuestro destino”. ¡Esta es la sabia lección de un bravo caballero cristiano y argentino!
Fue un jefe nato. Conducía con rectitud sus unidades policiales. Su ascendencia moral era grandiosa. De allí que sus palabras no fueran pura retórica, sino todo lo contrario: “Es la policía la que debe dictar la ley a los insurrectos y no estos a ella. Por eso habéis sido instruidos en los principios de la ofensiva, y los hombres que conduciréis en el futuro nunca recibirán de vosotros la orden de adelante, sino la de seguidme”.
El viernes primero de noviembre, organizó un crucero por el Delta junto a su esposa. Había sido una semana agotadora. Luego de un tramo de cincuenta metros, una potente explosión destruyó por completo la embarcación. El matrimonio murió en el acto. Montoneros se adjudicó la autoría del acto criminal, informando que lo llevaron a cabo los pelotones “Chaves – Pierini”, “Julio Troxler” y “17 de octubre”.
A cuarenta años de su muerte, lo recordamos. Murió vencedor, no vencido. Como buen jefe supo enseñar cómo se vive con alegría, cómo se combate con fe y cómo se muere con honor.
Comisario General Alberto Villar: ¡PRESENTE!


Daniel Omar González Céspedes

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