Una
querida amiga me envía estas reflexiones a propósito de los últimos
sucesos de Ciudad del Este. Es una comparación entre la situación
presente y el México Cristero que puede servir para salir de la
perplejidad y tomar el ejemplo de los santos.
¡Ven Señor Jesús! Viva, Cristo Rey!
Andrea
CARTA DE MI AMIGA
"Todavía sin poder reponerme de la mala nueva
de Ciudad de Este, y luego de leer y releer la valiente carta de Mons.
Rogelio Livieres que me ha reconfortado muchísimo, pues no deja de ser
un hito en la Historia de la Iglesia para todos nosotros, y en especial
para los obispos del mundo, quería compartir con ustedes la carta de un
cristero que tiene un extraordinario parecido con la situación de
monseñor.
Imposible
no comparar la circunstancia pujante de su diócesis y el espíritu
combativo hasta el final que tuvo el obispo en cuestión, con el del gran
caudillo mexicano, Jesús Degollado Guízar (al frente de las tropas
cristeras a partir de 1929, luego de la muerte del Gral. Gorostieta).
Después de concertarse los tristes Arreglos,
si es que arreglos pudieron llamarse, entre políticos, obispos y Roma,
se obligó al ejército cristero a entregar las armas… justo ¡en el mejor
momento militar y político!, en vistas a un nuevo modus viviendi, que realidad fue moriendi. En aquella inesperada situación, Degollado redactó así el licenciamiento de sus tropas:
“…Debemos, compañeros, acatar reverentes los decretos ineluctables de la Providencia: cierto que no hemos completado la victoria; pero nos cabe, como cristianos, una satisfacción íntima mucho más rica para el alma: el cumplimiento del deber y el ofrecer a la Iglesia y a Cristo el más preciado de nuestros holocaustos,
el de ver rotos ante el mundo, nuestro ideales, pero abrigando, sí,
¡Vive Dios!, la convicción sobrenatural que nuestra fe mantiene y
alimenta, de que al fin Cristo Rey reinará en México (y en Ciudad del Este…), no a medias, sino como Soberano absoluto de las almas. Como hombres, cábenos también otra satisfacción, que jamás podrán arrebatarnos nuestros contrarios: la Guardia Nacional (la Diócesis y el seminario) desaparece(n), no vencida(s) por sus enemigos sino, en realidad, abandonada(s) por aquellos que debían recibir, los primeros, el fruto valioso de sus sacrificios y abnegaciones.
Su santidad el Papa (Francisco), por medio del excelentísimo Señor Delegado Apostólico,(Cardenal Marc Ouellet) ha dispuesto, por razones que no conocemos pero que, como católicos aceptamos…
En realidad, el arreglo inicial concertado entre el excelentísimo Señor Delegado Apostólico (Cardenal Santos y Abril) y el Licenciado Porte Gil (el Nuncio, la conferencia episcopal paraguaya, y/o Javier Miranda…) nos han arrebatado lo más noble, lo más santo, que figuraba en nuestra bandera, (la Tradición de la Iglesia) desde el momento en que la Iglesia ha declarado que, por de pronto se resignaba con lo obtenido,
y que esperaba llegar por otros medios a la conquista de las libertades
que necesita y a las que tiene legítimo derecho. En consecuencia, la
Guardia Nacional (la Diócesis de Ciudad del Este) ha asumido toda la responsabilidad de la contienda, pero esa responsabilidad no le será imputable desde el 21 de Junio pasado (25 de septiembre de 2014): La actual situación no ha sido creada ni apetecida por ella.
¡Ave, Cristo, los que por Ti vamos a la humillación, al destierro, tal vez a una muerte ignominiosa, víctimas de nuestros enemigos,
con todo rendimiento, con el más fervoroso de nuestros amores, te
saludamos, y, una vez más, te aclamamos Rey de nuestra patria! ¡Viva
Cristo Rey! ¡Viva Santa María de Guadalupe (y de Caacupé)! México, agosto de 1929. Dios, Patria y Libertad –Jesús Degollado Guízar- Soldado de Cristo Rey” (y ex Obispo de Ciudad del Este).
Una
vez más, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia…
Cábenos a nosotros también otra satisfacción: que la resignación
martirial de Mons. Rogelio y de todos los que trabajaron junto él en la
diócesis, será -ciertamente de manera inescrutable para nuestros
corazones- semilla de nuevos cristianos.
Después
de todo, Dios suele escribir derecho pero en renglones torcidos y estoy
segura que se las ingeniará para sacar frutos buenos de los planes
perversos de los hombres.
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