Belarmino quiere decir: "guerrero bien armado". (Bel: guerrero. Armin: armado).
Este
santo ha sido uno de los más valientes defensores de la Iglesia
Católica contra los errores de los protestantes. Sus libros son tan
sabios y llenos de argumentos convencedores, que uno de los más famosos
jefes protestantes exclamó al leer uno de ellos: "Con escritores como
éste, estamos perdidos. No hay cómo responderle".
San Roberto nació en Monteluciano, Toscana (Italia)
Por
ser sobrino de un Pontífice podía esperar obtener muy altos puestos y a
ello aspiraba, pero su santa madre lo fue convenciendo de que el
orgullo y la vanidad son defectos sumamente
peligrosos y cuenta él en sus memorias: "De pronto, cuando más deseoso
estaba de conseguir cargos honoríficos, me vino de repente a la memoria
lo muy rápidamente que se pasan los honores de este mundo y la cuenta
que todos vamos a tener que darle a Dios, y me propuse entrar de
religioso, pero en una comunidad donde no fuera posible ser elegido obispo ni cardenal. Y esa comunidad era la de los padres jesuitas".
Y así lo hizo. Fue recibido de jesuita en Roma en 1560, y detalles de
los misterios de Dios: él entraba a esa comunidad para no ser elegido ni
obispo ni cardenal (porque los reglamentos de los jesuitas les
prohibían aceptar esos cargos) y fue el único obispo y cardenal de los
Jesuitas en ese tiempo.
Uno de los peores sufrimientos de San Roberto durante toda la vida fue
su mala salud. En él se cumplía lo que deseaba San Bernardo cuando
decía: "Ojalá que los superiores tengan una salud muy deficiente, para
que logren comprender a los débiles y enfermos". Cada par de meses
tenían que enviar a Roberto a las montañas a descansar, porque sus
condiciones de salud eran muy defectuosas. Pero no por eso dejaba de
estudiar y de prepararse.
Ya
de joven seminarista y profesor, y luego como sacerdote, Roberto
Belarmino atraía multitudes con sus conferencias, por su pasmosa
sabiduría y por la facilidad de palabra que tenía y sus cualidades para
convencer a los oyentes. Sus sermones fueron extraordinariamente
populares desde el primer día. Los oyentes decían que su rostro brillaba mientras predicaba y que sus palabras parecían inspiradas desde lo alto.
Belarmino era un verdadero ídolo para sus numerosos oyentes. Un superior enviado desde Roma para
que le oyera los sermones que predicaba en Lovaina, escribía luego:
"Nunca en mi vida había oído hablar a un hombre tan extraordinariamente
bien, como habla el padre Roberto".
Al principio los sermones de Robertoestaban llenos de frases de autores famosos, y de adornos literarios, paraaparecer como muy
sabio y literato. Pero de pronto un día lo enviaron a hacer un sermón,
sin haberle anunciado con anticipación, y él sin tiempo para prepararse
ni leer, se propuso hacer esa predicación únicamente con frases de la S.
Biblia (la cual prácticamente se sabía de memoria) y el éxito fue
fulminante. Aquel día consiguió más conversiones con su sencillo
sermoncito bíblico, que las que había obtenido antes con todos sus
sermones literarios. Desde ese día cambió totalmente su modo de
predicar: de ahora en adelante solamente predicará con argumentos
tomados de la S. Biblia, no buscando aparecer como sabio, sino
transformar a los oyentes. Y su éxito fue asombroso.
Después
de haber sido profesor de la Universidad de Lovaina y en varias
ciudades más, fue llamado a Roma, para enseñar allá y para ser rector
delcolegio mayor que
los Padres Jesuitas tenían en esa capital. Y el Sumo Pontífice le pidió
que escribiera un pequeño catecismo, para hacerlo aprender a la gente
sencilla. Escribió entonces el Catecismo Resumido, el cual ha sido
traducido a 55 idiomas, y ha tenido 300 ediciones en 300 años (una por
año) éxito únicamente superado por la S. Biblia y por la Imitación de
Cristo. Luego redactó el Catecismo Explicado, y pronto este su nuevo
catecismo estuvo en las manos de sacerdotes y catequistas en todos los
países del mundo. Durante su vida logró ver veinte ediciones seguidas de sus preciosos catecismos.
Se
llama controversia a una discusión larga y repetida, en la cual cada
contendor va presentando los argumentos que tiene contra el otro y los
argumentos que defienden lo que él dice.
Los protestantes (evangélicos, luteranos, anglicanos, etc.) habían sacado una serie de
libros contra los católicos y estos no hallaban cómo defenderse.
Entonces el Sumo Pontífice encomendó a San Roberto que se encargara en
Roma de preparar a los sacerdotes para saber enfrentarse a los enemigos
de la religión. El fundó una clase que se llamaba "Las controversias",
para enseñar a sus alumnos a discutir con los adversarios. Y pronto
publicó su primer tomo titulado así: "Controversias". En ese libro con
admirable sabiduría, pulverizaba lo que decían los evangélicos y
calvinistas. El éxito fue rotundo. Enseguida aparecieron el segundo y
tercer tomo, hasta el octavo, y los sacerdotes y catequistas de todas
las naciones encontraban en ellos los argumentos que necesitaban para
convencer a los protestantes de lo equivocados que están los que atacan
nuestra religión. San Francisco de Sales cuando iba a discutir con un
protestante llevaba siempre dos libros: La S. Biblia y un tomo de las
Controversias de Belarmino. En 30 años tuvieron 20 ediciones estos sus
famosos libros. Un librero de Londres exclamaba: "Este libro me sacó de
pobre. Son tantos los que he vendido, que ya se me arregló mi situación
económica".
Los
protestantes, admirados de encontrar tanta sabiduría en esas
publicaciones, decían que eso no lo había escrito Belarmino solo, sino
que era obra de un equipo de muchos sabios que le ayudaban. Pero cada libro lo redactaba él únicamente, de su propio cerebro.
El Santo Padre, el Papa, lo nombró obispo y cardenal y puso como razón para ello lo siguiente: "Este es el sacerdote más sabio de la actualidad".
Belarmino se negaba a aceptar tan
alto cargo, diciendo que los reglamentos de la Compañía de Jesús
prohiben aceptar títulos elevados en la Iglesia. El Papa le respondió
que él tenía poder para dispensarlo de ese reglamento, y al fin le
mandó, bajo pena de pecado mortal, aceptar el cardenalato. Tuvo que
aceptarlo, pero siguió viviendo tan sencillamente y sin ostentación como
lo había venido haciendo cuando era un simple sacerdote.
Al
llegar a las habitaciones de Cardenal en el Vaticano, quitó las
cortinas lujosas que había en las paredes y las mandó repartir entre las
gentes pobres, diciendo: "Las paredes no sufren de frío".
Los
superiores Jesuitas le encomendaron que se encargara de la dirección
espiritual de los jóvenes seminaristas, y San Roberto tuvo la suerte de
contar entre sus dirigidos, a San Luis Gonzaga. Después cuando Belarmino
se muera dejará como petición que lo entierren junto a la tumba de San
Luis, diciendo: "Es que fue mi discípulo".
En
los últimos años pedía permiso al Sumo Pontífice y se iba a pasar
semanas y semanas al noviciado de los Jesuitas, y allá se dedicaba a
rezar y a obedecer tan humildemente como si fuera un sencillo novicio.
En
la elección del nuevo Sumo Pontífice, el cardenal Belarmino tuvo 14
votos, la mitad de los votantes. Quizá no le eligieron por ser Jesuita
(pues estos padres tenían muchos enemigos). El rezaba y fervorosamente a
Dios para que lo librara de semejante cargo tan difícil, y fue
escuchado.
Poco
antes de morir escribió en su testamento que lo poco que tenía se
repartiera entre los pobres (lo que dejó no alcanzó sino para costear
los gastos de su entierro). Que sus funerales fueran de noche (para que
no hubiera tanta gente) y se hicieran sin solemnidad. Pero a pesar de
que se le obedeció haciéndole los funerales de noche, el gentío fue
inmenso y todos estaban convencidos de que estaban asistiendo al
entierro de un santo.
Murió
el 17 de septiembre de 1621. Su canonización se demoró mucho porque
había una escuela teológica contraria a él, que no lo dejaba canonizar.
Pero el Sumo Pontífice Pío XI lo declaró santo en 1930, y Doctor de la
Iglesia en 1931.
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San Roberto Belarmino
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