León Disfrazado



FÁBULAS DE LA JUNGLA

León disfrazado


En una hermosa región selvática, convivían en armonía todos los animales del bosque. Cada cual tenía su espacio, sus alimentos, y criaban sus cachorros al abrigo de las madrigueras. Contaban siempre con el asesoramiento y guía del león en quien, como suele suceder en las selvas, era quien detentaba el mando.

Todo transcurría según lo dispuesto por la naturaleza, hasta que llegó a oídos de lo alces el rumor sobre un grupo de monos que venían alterando el orden. Rápidamente los alces lo comunicaron a las águilas quienes sin demora salieron en vuelo rasante para traer noticias concretas sobre estos dichos.

¡Va a haber crisis entre nosotros! –gritaban las primeras águilas que volvían escandalizadas-. ¡Esos monos están totalmente descontrolados! –decían otras-. ¡Vienen con ideas nuevas, están creando caos y anarquía y los pocos que se les enfrentaron han sido atacados! –aseguró el águila mayor-.

Frente a esto, el búho reflexivo, reunió a los animales de las comarcas vecinas para informarles y quedar de acuerdo en cómo enfrentarse a estos monos. Unos sugerían salir a su encuentro para tratar de convencerlos, otros, lisa y llanamente se ofrecían para presentarles batalla. El tigre propuso ir en comisión al león, y así llamar a asamblea y ver qué decisión tomaban.

Mientras esto ocurría, seguían llegando águilas con nuevas noticias que puntualmente eran elevadas al león. El águila más joven logró infiltrarse y en participación directa con los monos trajo la peor de las noticias… ¡quieren imponer una nueva ley de la jungla! ¡van a cambiar nuestras costumbres y están dispuestos a todo, destruyendo todo a su paso!

Mientras las noticias no cesaban de llegar, la comisión reunida con el león se quedó mirándolo a la espera de una pronta acción, pero ésta no llegó. Todos los allí reunidos, rompiendo con los ritos reales, lo increparon haciéndolo responsable por las consecuencias de su inacción. Sin embargo, el león con tono tranquilizador les dijo que iba a mediar con los monos y que allí acabaría todo.

No sólo lo que contaban las águilas, sino también la llegada de más animales que venían huyendo de los monos, hablaba de la barbarie desatada en parajes vecinos. Muchos se preocuparon aún más por la falta de respuesta del león y todo terminó por desesperar cuando uno de los recién llegados avisó a las jirafas sobre un plan horrible que habían urdido los monos, que decían: “…Sin demora alguna los monos tomarán la casa del león destruyendo el sitio real para dejar sin mando la comarca y así obligar al resto a vivir de acuerdo a lo impuesto por los monos…”

Con estos nuevos elementos acudieron al león nuevamente, pero éste sin oírlos sostuvo que seguiría adelante con su estrategia.

Frente a esto se hizo imposible frenar las reacciones que naturalmente se gestaron entre el resto de los animales, que encontrando muy peligrosa la actitud tomada por el león, organizaron una resistencia adecuada a las circunstancias. Todos sabían que si el león moría sería muy fácil tomar el control de la jungla. Decidieron entonces presentarles batalla y como primera medida realizaron una defensa de la casa real concurriendo masivamente y apostándose en todos los lugares de acceso a la misma. Mayores, más jóvenes e incluso algunos cachorros ensayaban sus rugidos mientras esperaban la llegada de los monos.

No concluyó esa tarde cuando el alboroto advertía sobre la inminente llegada de los revolucionarios que, desprevenidos, nunca pensaron encontrarse con semejante resistencia ya que nunca antes nadie los había enfrentado. Esto aumentó su odio voraz y viéndose más exaltados arremetieron con mayor impulso, aunque no pudieron superar la valla de animales que defendían la casa real.

Estando aún en plena batalla se hizo un silencio insuperable ya que lo que se podía ver desde los jardines reales, no tenía explicación. Con un rugido impresionante el león ordenó el cese de las hostilidades, pero no fue eso lo que detuvo el combate. Al volverse los defensores para abrir paso al rey, se encontraron con un espectáculo inexplicable.

¡El león se había vestido de mono...! E imitando sus movimientos y su manera de hablar, llamó al orden exigiendo a los animales que lo defendían, que se retiraran del lugar y que volvieran a sus cuevas. Muchos, por temor del apetito voraz y destructor de los monos, no se resignaron a irse y aunque dispersos, permanecían cercanos ya que desconfiaban profundamente de ellos y temían por el león.

El león disfrazado convocó a los monos, les permitió el acceso a la casa real, los invitó a compartir experiencias y realizar concilios, y juntos establecieron nuevas normas y maneras de comportarse en adelante. El resto de los animales sumidos en una profunda confusión quedaron enemistados y a partir de allí, nadie tuvo autoridad sobre nadie.  El león y los monos profanaron la casa real, pervirtieron sus conductas, dictando normas inicuas y dejando librada la jungla a su suerte, futuro y porvenir.

Se rompió la armonía natural que los regía, y en cada árbol había un mono o un león disfrazado que a los gritos, proclamaba la manera de comportarse en adelante.  Poco a poco fueron olvidando que alguna vez fueron una jungla regida por la naturaleza. Pasó así que empezaron a comerse entre ellos porque eran ¡¡¡muchos!!!, y desde el palacio real, se dictó una norma que obligaba a mantener la vigencia imprescriptible de la cadena alimenticia bajo pena de lesa animalidad.  Todo esto sucede hasta nuestros días.

Moraleja:

Si el león se viste de mono, mono queda.


  Jano Pithod

No hay comentarios.:

Publicar un comentario